Previenes complicaciones
Cuando decidimos usar remedios caseros, sin visitar el consultorio médico antes, nos arriesgamos a simplemente ocultar los síntomas, más allá de aliviar la enfermedad. Lo que podría hacer que a largo plazo la enfermedad empeore y que, al momento de atenderla, deba usarse un tratamiento más complejo de lo que pudo ser en un principio.
Evitas reacciones alérgicas
Una práctica muy común consiste en darle algún medicamento antes de llevarlo con el doctor con la finalidad de aliviar las molestias, sin embargo, cuando recurrimos a la automedicación nos arriesgamos que se presenten reacciones alérgicas por dos simples motivos: el niño es intolerante a alguna de las sustancias del medicamento o la dosis no fue la adecuada. Por eso, lo mejor es evitar esta práctica, incluso si el medicamento se lo recetó el médico durante una enfermedad previa.
Te aseguras de que el tratamiento es personalizado
Todas las recetas médicas son personales y están basadas en los síntomas y características del paciente en cuestión, por eso no permitas cambios en la receta, incluso si al llegar a la farmacia te dicen que no tienen el medicamento que buscas, en estas situaciones lo mejor es contactar al médico y pedirle una segunda opción de tratamiento.