Seguramente te ha pasado que sales de la consulta con tu médico y te asaltan las preguntas. De repente, no recuerdas lo que te dijo, no te quedó clara alguna de sus indicaciones, tienes dudas sobre la medicación o te olvidaste de comentarle algún síntoma… Quizá te sentías nervioso o no estabas lo suficientemente concentrado. No te preocupes, tener dudas después de la consulta es más habitual de lo que crees, pero dejarlas sin resolver juega en contra de tu salud.
¿Para qué me prescribió este medicamento? ¿Qué pasa si no lo tomo? ¿Y si no lo encuentro en la farmacia? ¿Y si está muy caro? ¿No hay otro medicamento que me pueda tratar? Es legítimo tener muchas preguntas e inseguridades sobre el tratamiento propuesto por tu médico.
A veces sientes que te falta información sobre el propósito de un fármaco, su eficacia, el riesgo y la gravedad de los efectos secundarios o la forma de tomarlo. Otras veces te parece complicado el modo de administrarlo, te resulta desagradable su sabor o experimentas dificultades físicas para tragarlo.
Todas las dudas conviene despejarlas con tu médico, ya sea durante la consulta o posteriormente. A veces parece que el médico está presionado y tiene poco tiempo para dedicarte, pero en verdad siempre preferirá resolver tus dudas a que regreses unas semanas después con tu enfermedad agravada por no haber seguido el tratamiento.
Existen diferentes tipos de preguntas que le puedes hacer a tu médico dependiendo del tipo de consulta. Sin embargo, hay algunas preguntas básicas que puedes adecuar según tu enfermedad y situación, con el fin de obtener la información necesaria para tomar decisiones importantes sobre el tratamiento y la atención posterior.